24/10/07

Ironizando III.




Quizá (es totalmente necesario odiar esta palabreja) lo real es que no creas ni sientas. Puede que mejor sea acogerse a alguien, sentir la sociedad, el calor corporal ajeno; o puede que, en ocasiones, lo más correcto fuera dar la vuelta a la situación en sí y recorrer el camino "empedrado de horas, minutos y segundos" que muchos desean evitar para iniciar otro más lejos (más arriba, casi en el cielo) lleno de asfalto, completamente llano, completamente humano, para observar las cosas desde otra perspectiva, seguramente, mejor. Más idealista, más optimista, más... genial; y seguir así, caminando, cruzándonos con gente de otros lugares (puede que de más arriba, más cerca del cielo) y compartir opiniones o criticar acontecimientos o reírnos, sin más.

Pero...

A nosotros no nos va la ley del mínimo esfuerzo, nunca vamos a optar por un camino tan fácil; la complejidad nos llama. "¡Ey! Vas a sufrir, ven conmigo." Y allá vamos, pisando fuerte, siendo conscientes de todo lo malo y de lo que nosotros conocemos como realidad, cruda realidad. Y allí estamos, entre piedras gigantescas que no dejan olvidar la angustia, y seguimos, y nos ofrecen retirarnos pero, no somos egoístas, somos inteligentes y debemos seguir pese a todo. Ahí vamos. Estamos. Seguimos. No somos egoístas ni buscamos el camino fácil. Mejor será aguantar del tirón todo lo que llegue, sobrevivir, observar en nuestro entorno todas las injusticias, criticarlas, cooperar, juzgar honradamente y ser fiel, fidelísimo. Nunca seremos egoístas pues vemos la hipocresía flotar en el aire y se nos atraviesa un asqueroso nudo en la garganta. Pensamos. Nos damos cuenta de lo que ha de cambiar, de lo que ha de mejorar. Hacemos balances positivos a la par que negativos. Analizamos las consecuencias de nuestros actos, comprobamos no dañar a nadie pero siempre seremos fieles a nuestros principios. Fidelísimos. Intentamos no defraudar a ninguna persona complementaria (esas que tanto nos ayudan y sin las que no podríamos vivir) porque nuestros remordimientos serían tales, que nos impedirían, incluso, respirar. Nos ahogaríamos entre silencios mal intencionados y entre actitudes grotescas, soberbias o gobernantes porque nuestro ser está invadido de empatía y de ayuda al prójimo.

Así que nadie debe dudar que, ante todo, somos capaces de percibir, de sentir el dolor y de reutilizarlo para solventar cualquier herida nociva, tanto nuestra, como de nuestros seres MÁS queridos.

Y está bien ser así. Está (matizando) muy bien.


Iria, relegada por momentos.


Imagen: sabemos hacer de todo excepto trepar árboles, por Ghemon.

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