
... ganar, perder o empatar. Lo cierto es que nuestro juego evoluciona y nadie puede ser capaz de parar tal estrepitosa y acojonante farsa. Sobre todo bajo este repulsivo sol.
Transcurridos varios días en coma, Iria por fin despierta de su mundo de inconsciencia y vuelve a la realidad. Su mente, totalmente difusa, comienza a cruzar imágenes. Terribles acontecimientos circulan por su minúsculo cerebro. Confundida, asombrada pero tranquila, ve por vez primera a varios familiares y descubre en ellos oscuros salientes en sus ojos, claros signos de tristeza y angustia. Poco a poco se observan en ella pequeños haces de cordura que cubren su mirada desechando, así, esa telaraña de superficialidad. Algo estaba cambiando en su vida, en su mente. Algo intentaba sujetarla a la realidad, liberarla de las mentiras a las que nos expone el mundo, la sociedad. Comienza a ver con claridad, a articular palabras. Su madre la abraza, víctima de la penumbra que no prentedía alejarse durante esos días. Ahora toca reflexionar. Ahora Iria tomará las riendas de su vida, hará frente a esos cabrones que la dejaron en un hospital medio muerta y comprenderá de una vez por qué motivo ocurren infernales acontecimientos en su mundo infantil.
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