12/7/07

¿No lo tenemos casi todo?


Observas los pies de la demás gente y te das cuenta que muchos calzan zapatos viejos. Unos zapatos lejos de los estereotipos actuales, de los cánones de belleza. Unos zapatos que siempre fueron viejos que, recién comprados, estaban rotos. Zapatos de marca. Zapatos rotos de marca, sucios, como nosotros mismos. Siempre ha sido así. A pesar de nuestro intento por renovarnos, por modificar pequeños matices personales, siempre estaremos estropeados, sucios. Siempre lo estaremos porque desde un principio comenzamos estándolo. Nos usamos, nos rompemos y nos volvemos a utilizar para experimentar nuevos sentimientos, para pisar nuevos suelos. A veces, cambiamos nuestros repelentes zapatos por algo mucho más vistoso, algo a la moda. A veces, cambiamos nuestra forma de pensar por algo mejor a los ojos de los demás. A veces lo zapatos nos acomodan al suelo. A veces nuestra forma de pensar nos proporciona seguridad para seguir; pero, nuestro calzado siempre tendrá una etiqueta, bien sea una baratija o alguna "reliquia." Siempre estaremos marcados por algo. Puede ser una mera nimiedad o algo tremendamente peligroso y dañino. Puede que demos mucha importancia a la estética de nuestro calzado y que nos dejemos llevar por los escaparates, el consumismo. Pero, ¿qué más da? Siempre estarán sucios y rotos y usados. Puede que nos dejemos llevar por los demás, por nuestra mente, por el inconsciente, por todo lo que no existe. Pero, ¿qué más da? Siempre estaremos marcados, siempre ignoraremos lo evidente.


Iria tenía la certeza de que no estaba a gusto observando tantos puntos suspensivos a lo largo de su vida y, para más inri, odiaba el sonido de los signos de exclamación; todo absolutamente necesario en el día a día sino, ¿cómo saber qué se siente cuando se siente?

Hacía un tiempo soñó con un personaje: ella se zarandeaba por un camino angosto y superficial, por algún lugar escondido en uno de esos pequeños países en donde las palabras cobran distintos sentidos. Allí, ella aseguraba que la indeterminación no existía y que cuanto menos espacio recorres, menos pérdidas sufres.
Iria no tardó en aplicarse dicha ideología-si así puede definirse-aunque, como todo lo que pensamos o mismamente tocamos acaba perdiéndose en remolinos de hipotéticas palabras, tampoco dudó en desechar ese concepto y continuar exagerando, mintiendo. En silencio.

1 comentario:

hamacuckoo dijo...

Gran texto.