A veces todo es tan normal...

- ¿Y por las noches, qué harás?
- Las paso descosiendo, aquí hay un arco por tensar.
Y hago colas sin parar en la puerta de algún bar.
Yo tó borracho consumo las horas,
mientras encuentro alguna luna que ande sola.
Que yo me acuerdo todavía cuando te besaba.
La cago, vuelvo a tiritar.
¡Que no! Que ha sido un momentito sólo de bajada.
¡Que aquí no pasa nada!

Extremoduro - Buscando una luna.

Rasgos pronunciados justo debajo de los ojos delataban una nueva noche en vela.
Faltaban dos días para presenciar el juicio y no sentía ni un ápice de tristeza, ni nervios. Había pensado adoptar una actitud arrogante, contraria a lo que los "expertos" abogados habían aconsejado semanas atrás. Claro, una situación tan seria no merecía contradecir ni desesperar. De todo eso se encarga la vida misma; por esto, necesitamos arrogancia, para subsistir y para hacernos admirar e imponernos; aunque no siempre valga la pena. Pero, ¿qué cosas valen la pena? Iria creía que lo único importante hoy en día es respirar para así encontrarnos bien, satisfacernos, actuar correctamente. Lo demás se rompe y se vuelve a formar día a día. A veces tarda años otras, fugaces segundos. Todo desfila por nuestras manos y al poco se pierde, vuelve y ya no hay nada seguro. ¿Qué cosas, sustancias, organismos son de nuestra posesión? Ni siquiera nos controlamos a nosotros mismos, ni siquiera decimos todo lo que necesitamos o queremos decir. Cabría resaltar la típica y absurda frase de No sabemos lo que hacemos, para envolver este galimatías en una nube de verdades. Única y precisa."Y volvemos a utilizar las mismas adolescentes y, por tanto, típicas palabras."
Iria volvió a situarse enfrente de la pantalla del ordenador esperando un brote fértil y duradero de inteligencia. Soberbia arrogancia.