"Mientras ella recorría las salas fueron apagando las luces. Salió del edificio y por un momento no supo qué hacer, ni recordó con mucha claridad lo que había ocurrido aquel día, ni qué hacía en aquella ciudad. Luego regresó a casa, a continuar completando su historia no contada.
Existen infinitos modos de matar a una persona. Muchos de ellos son fáciles. Existe el olvido, llega la muerte. Se olvida todos los días, y los muertos son discretos. No regresan de la muerte. Ni del olvido. Olvidaron a Elsa tantas veces, tanta gente. A tantas Elsas. Simplemente, pasó su tiempo, continuó la vida y su lugar fue ocupado por otras cosas, por otras personas.
Hubiera sido inútil buscar culpables.”
Espido Freire - Melocotones helados.
Un pasito más hasta llegar a su casa y conocer las novedades del caso, escuchar a personas que ni siquiera eran personas.
- Podríamos matar a la muerte, ¿verdad?
- ¿Quieres ser inmortal?
- No lo sería, simplemente me quitaría un mal sobrante en esta vida. Prefiero estar muerta antes que mantener vivos los recuerdos.
- Mata el olvido.
Otro pasito más. Ya estaba ahí la verja verdosa que intentaba no distinguirse en exceso con el resto de matorrales o arbustos o árboles o plantas. Uno de los pocos detalles discretos que podrían tener sus padres respecto al exterior, a las apariencias, a la gente. Ya está. Último paso. Abre la puerta. Teléfono.
- ¿Qué tal estás?
Ahora los ojos en blanco detonaban un sinfín de irregularidades, matices infinitos de pesares y maldades. ¿Qué hacer ante una pregunta así? ¿Qué hacer cuando reconoces una voz demasiado familiar en tiempos pasados? ¿Pasados?
Habría que matizar las respuestas, sutilizar las palabras, afilar los acentos, resaltar las comas, prolongar los puntos suspensivos. Odiaba los puntos suspensivos, pero sólo quería formar una entonación farisea, llena de rabia. ¿Rabia? ¿Felicidad? Siempre juntas. Siempre han de ir juntas.
Imagen: yo no soy una zorra, soy la zorra, por TroubleNight.
2 comentarios:
La rabia no siempre va unida a la felicidad. De hecho, existen momentos (o existieron) en los que ni siquiera se conocen (o conocían). No vamos a cerrar puertas sólo por el hecho de evitar que la felicidad venga seguida de la rabia o de un montón más de sentimientos negativos, ¿no? Llega un momento en el que rabia y felicidad se sueltan de la mano y se despiden. ¿Con cuál te quedas?
Mejor que no se despidan porque yo me quedo con la rabia que permite ver las cosas de la forma en la que más se acerquen a la realidad, y también con la felicidad de sentirlas de un modo positivo y, así, poder descansar del malestar producido por esa rabia.
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