Existen muchos modos de matar a una persona y escapar sin culpa: es fácil deslizar una seta venenosa entre un plato de inofensivos hongos.
Existe también una forma antigua y sencilla: la expulsión de la persona odiada de la comunidad, el olvido de su nombre. Durante algún tiempo el recuerdo aún perdura, pero los días pasan y dejan una capa de polvo que ya no se levanta. Todo el pueblo se esfuerza en dejar atrás lo sucedido con los puños apretados y la voluntad decidida, y poco a poco, el nombre se pierde, los hechos se falsean y se alejan, hasta que, definitivamente, llega el olvido.
Llega la muerte.
Es fácil. Una vez habituados a él, el olvido resulta sencillo. La muerte, que flaquea con la edad, ayuda a enterrar el pasado. A veces las puertas se abren y surgen los antiguos fantasmas. Otras, la mayoría, permanecen cerradas, y los muertos no regresan de la muerte, ni del olvido.
Es fácil. Se olvida todos los días.
Espido Freire - Melocotones helados.
- Y, ¿dices que no te importa no olvidar?
- Con los niños todo es más fácil.
- Y, ¿dices que todos son niños?
- Al menos sí su cerebro. Preguntas cortas, respuestas cortas. Demasiada poca inteligencia para mantener una conversación más extensa, con más contenido. Demasiada poca paciencia para elegir volver a repetir lo mismo y aún menos paciencia cuando nadie entiende tus palabras.
Era fácil diferenciar una buena intención. Al menos lo era para ella y para su mente... Nada capaz de convencer.
" Ahhh... Sois unos malditos microbios. "
Imagen: para olvidar también sirve desviarse, por girltripped.
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